El presidente estadounidense, Joe Biden, dijo este sábado que a pesar de la absolución de Donald Trump en su juicio político por incitación a la insurrección, los cargos contra el ex mandatario no están en duda y el ataque al Capitolio muestra que “la democracia es frágil”.
“Aunque la votación final no condujo a una condena, la esencia de los cargos no está en duda”, dijo Biden luego de que el Senado votara 57-43 contra Trump en su segundo juicio político, pero sin alcanzar la mayoría de dos tercios necesaria para condenarlo.
“Este triste capítulo en nuestra historia nos ha hecho recordar que la democracia es frágil. Que debe ser defendida siempre. Que siempre debemos estar vigilantes”, dijo Biden en un comunicado tras el juicio contra Trump, en el que el ex mandatario fue señalado de incitar a la turba que asaltó el Capitolio el pasado 6 de enero.
Trump fue absuelto este sábado de los cargos de “incitación a la insurrección” en los disturbios en el Capitolio en el juicio político que se celebra en el Senado.
Después de que se conociera el resultado de la votación del Senado, el equipo de Trump difundió una declaración en la que el ex presidente denunció una “caza de brujas” y prometió “seguir” defendiendo “la grandeza de Estados Unidos”. “Nuestro magnífico, histórico y patriótico movimiento, Make America Great Again (Hacer a Estados Unidos grande de nuevo), acaba de empezar”, dijo el ex mandatario.
“En los próximos meses, tendré mucho que compartir con ustedes y espero continuar nuestra increíble aventura por la grandeza de América”, añadió. Entre los senadores que votaron en su contra, figuran 50 demócratas y siete republicanos, el mayor número de deserciones dentro del propio partido en la historia para un presidente. Los siete republicanos son Bill Cassidy (Luisiana), Susan Collins (Maine), Richard Burr (Virginia), Lisa Murkowski (Alaska), Mitt Romney (Utah), Ben Sasse (Nebraska) y Pat Toomey (Pensilvania).
La cámara alta absolvió así por segunda vez en un juicio de este tipo al ex mandatario republicano, pese a los pedidos de los fiscales políticos del caso, quienes argumentaron que Trump era responsable de haber alentando a la turba de seguidores que asaltó el Congreso el 6 de enero, en un episodio que dejó 5 personas muertas.
El resultado del impeachment ya se había hecho predecible en los últimos días, debido a que por el requisito de los dos tercios de votos favorables, los demócratas necesitaban que al menos 17 republicanos se dieran vuelta y votaran contra Trump.
El republicano, agregó que todavía tiene “mucho trabajo por delante”. “Pronto emergeremos con una visión de un futuro americano brillante, radiante y sin límites. Juntos no hay nada que no podamos lograr”, arengó.
En tanto, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pidió este domingo al Congreso la aprobación de una reforma integral de las leyes para la posesión de armas de fuego, con motivo del tercer aniversario de la masacre en el instituto Marjory Stoneman Douglas de Parkland (Florida), en la que murieron 14 estudiantes y tres profesores.
En un comunicado difundido por la Casa Blanca, Biden abogó por la aplicación de unas “leyes de sentido común”, que incluyan “la exigencia de verificaciones de antecedentes en todas las ventas de armas, la prohibición de armas de asalto y cargadores de alta capacidad y la eliminación de la inmunidad para los fabricantes de armas que, a sabiendas, colocan armas de guerra en nuestras calles”.
El presidente aseguró que su Administración “no va a esperar a la próxima matanza” para atender las peticiones de las familias. “Tomaremos medidas para poner fin a nuestra epidemia de violencia armada y hacer que nuestras escuelas y comunidades sean más seguras”, prometió.
ESTADOS UNIDOS ES EL PAÍS CON MÁS ARMAS CIVILES PER CÁPITA DEL MUNDO, CON 120.5 POR CADA 100 PERSONAS, Y LA ÚNICA NACIÓN CON MÁS DE UNA POR PERSONA.
La encuesta más reciente de la consultora Gallup, realizada en octubre pasado, indicó que el 57% de los estadounidenses está a favor de endurecer los controles legales, mientras que el 34% cree que deberían mantenerse como están. La cifra de apoyo a las normas más estrictas se ha mantenido por encima del 45% en la última década. Sin embargo, los congresistas enfrentan un duro lobby, particularmente de la NRA (Asociación Nacional del Rifle), que organiza donaciones de fondos para una gran cantidad de candidatos republicanos. Actualmente, los demócratas tienen mayoría en ambas cámaras, por lo que podrían intentar concretar una de las promesas más repetidas del partido.
El presidente Biden dedicó el resto de su comunicado a recordar a los fallecidos en la masacre perpetrada el 14 de febrero de 2018 por Nikolas Cruz en la escuela norteamericana. “Desde hace tres años, las familias de Parkland han pasado cumpleaños y fiestas sin sus seres queridos. Se han perdido la experiencia de enviar a sus hijos a la universidad o verlos en su primer trabajo. Como demasiadas familias, han tenido que enterrar partes de su alma en las profundidades de la Tierra”, lamentó.
Biden recordó también que esa masacre no fue un acontecimiento puntual. “Muchos de nuestros ciudadanos, padres, esposas, hijos y amigos han conocido el dolor que supone la pérdida de un ser querido por la violencia de las armas de fuego”, más todavía tras un año que ha supuesto “un incremento histórico de los homicidios por arma de fuego en América”.
Por todo ello, Biden pidió al Congreso la aplicación de esta reforma porque “se lo debemos a todos a los que hemos perdido”. “Es hora de actuar”, concluyó. Los familiares de las víctimas de Parkland han soportado además en los últimos meses hostigamientos por parte de miembros del culto Q Anon, que difunden teorías conspirativas que ponen en duda la veracidad de la tragedia.
Desde hace años, Estados Unidos vive asesinatos en masa, regularmente en escuelas, centros comerciales, empresas o lugares de culto.
Pese a la movilización sin precedentes de los estudiantes de la escuela secundaria por un control más estricto de la venta de armas, el entonces presidente Donald Trump se negó a considerar la prohibición de los rifles de asalto.
En otro orden de ideas, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quiere cerrar la icónica prisión de Guantánamo antes de que termine su mandato, dijo el viernes la portavoz de la Casa Blanca.
El demócrata asume así una promesa de campaña de Barack Obama, que este último nunca pudo cumplir por falta de acuerdo con el Congreso.
Cuando se le preguntó en una conferencia de prensa sobre un posible cierre de la prisión de Guantánamo durante el mandato de Biden, la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, dijo: “Este es ciertamente nuestro objetivo y nuestra intención”.
Sin embargo, el panorama internacional para el recién estrenado Presidente de los Estados Unidos de América es borrascoso.
El eje China-Rusia-Irán se consolida y se prepara para enfrentar los intereses de Estados Unidos en todo el planeta. Una buena muestra de lo que está pasando son las segundas maniobras navales conjuntas en poco más de un año que se inician esta próxima semana en el Océano Índico. A fines de diciembre de 2019 se realizaron en el Golfo de Omán. Y no es el único nivel de cooperación de estos tres países: Rusia e Irán apoyan al régimen de Bashar al Assad en Siria y coordinan sus acciones militares; los tres están operando coordinadamente en Venezuela y varios países africanos; mantienen estrechas alianzas con otras potencias regionales como India y Turquía. Y todo esto se desarrolla en el vacío que dejó la Administración Trump y cuando apenas comienza el gobierno de Joe Biden, que prometió reclamar para Estados Unidos su papel preeminente en los asuntos globales. Un concepto que este eje chino-ruso-iraní pone a prueba.
Las maniobras militares trilaterales fueron anunciadas el lunes pasado por el embajador de Rusia en Teherán, Levan Jagaryan. Ese mismo día, el presidente Joe Biden habló en el Departamento de Estado y proclamó que “América ha vuelto”, en un aparente retorno a las posturas tradicionales de la política exterior que habían sido “recalibradas” bajo la política de “América primero” de Trump. Biden prometió ser más duro con Rusia, en su primera comunicación telefónica le echó en cara a Xi Jinping el expansionismo chino en Asia y las violaciones de los derechos humanos y dijo que no iba a levantar las sanciones impuestas por Trump contra Irán -cuando se retiró unilateralmente del tratado nuclear de 2015- hasta que el gobierno de los ayatollahs no detengan el enriquecimiento de uranio.
El eje Beijing-Moscú-Teherán, es gigantesco en términos demográficos, con una población en conjunto de 1,500 millones de habitantes. Enorme, desde el punto de vista geográfico, con 29 millones de kilómetros cuadrados y una economía, que en conjunto, representa el 22% del PIB mundial. Además, con dos de sus integrantes: China y Rusia, que son parte del exclusivo club nuclear y miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, con el respectivo derecho a veto.
El nuevo Eje está dotado, igualmente, de un poderío militar, capaz de contrapesar, en las áreas de disputa, en el campo naval, terrestre y aéreo, a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
El embajador Jagaryan, que apareció como un portavoz ocasional de la cancillería rusa, reiteró el respaldo de su país al acuerdo nuclear iraní y la cooperación de trabajo en la polémica central nuclear de Bushehr.
En términos menos diplomáticos, el Kremlin está proveyendo de moderno armamento a los iraníes y los están probando en combate en Siria. Allí, en ese país que está sumido en la guerra desde 2011, Rusia tiene su poderosa base naval de Tartús que le permite una salida por el Mediterráneo. El diplomático ruso dijo que esperaba que el acuerdo de dos décadas que traza las relaciones bilaterales entre Moscú y Teherán se renovara automáticamente por cinco años, y dejó la puerta abierta a un posible nuevo acuerdo. En tanto, el canciller iraní, Mohammad Javad Zarif, insinuó un día antes otro posible acuerdo a largo plazo con China.
Irán busca, sobre todo, revertir las dolorosas restricciones económicas impuestas por Estados Unidos cuando abandonó el acuerdo nuclear conocido formalmente como Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA) tras acusar a los iraníes de no cumplir con los límites de enriquecimiento de uranio. Irán suspendió esos límites en represalia a las sanciones y al posterior fracaso de las partes europeas para normalizar sus lazos comerciales. Pero China y Rusia mantuvieron firmes su apoyo al JCPOA. El líder supremo iraní, Alí Jamenei, agradeció a ambas naciones su postura y volvió a desafiar al “Gran Satán”, que es como el régimen iraní denomina a Estados Unidos desde la revolución islámica de 1979. El portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, reconoció que Estados Unidos tomó una medida unilateral al dejar el acuerdo, pero mantuvo la posición de que Irán tendrá que dar el primer paso para que Washington regrese.
Los ejercicios navales conjuntos se producen inmediatamente después de que Biden a principios de febrero ordenara al USS Nimitz, entonces el único portaaviones de la Armada de Estados Unidos en Medio Oriente, que abandonara su área de responsabilidad y regresara al puerto de origen en el estado de Washington. Apenas unas semanas antes, Trump había decidido que el portaaviones permaneciera en la región en medio de una mayor tensión con Irán. El jefe del CENTCOM, el centro de comando de las fuerzas armadas, el general Kenneth McKenzie, dijo que las acciones de Irán presentan el “motor de inestabilidad más desafiante” en Medio Oriente.
Estados Unidos enfrenta una competencia cada vez mayor en la región de parte de Rusia y China y ambos países están tratando de disputar el poder y la influencia a través de una combinación de medios diplomáticos, militares y económicos. Rusia y China aprovechan su proximidad a la región, sus relaciones históricas, la percepción de un declive en el compromiso de Estados Unidos y la crisis provocada por el Covid para establecer y fortalecer relaciones oportunistas.
La Triple Alianza chino-ruso-iraní se fortaleció con la guerra civil siria. Presionaron en conjunto en varios frentes para evitar que las potencias occidentales y sus socios de Oriente Medio lograran derrocar al régimen de Al Assad. De esa manera, concretaron una base de operaciones militares cerca de Irán, al sur de Rusia y al occidente de China. En el caso de Beijing, esa fue una maniobra indispensable para su seguridad. De Oriente Medio y Asia Central, recibe cerca del 50% del petróleo y el gas que necesita para su economía. Ya en mayo de 2014, Xi Jinping sostuvo en la Conferencia de Interacción y Medidas de Confianza en Asia (CICA), celebrada en Shanghái y a la que asistieron el presidente ruso Vladimir Putin y su par iraní Hasan Rohani. Después se firmó un histórico acuerdo de suministro de gas ruso a China, por 400 mil millones de dólares.
Ese fue el comienzo de este eje que ahora muestra su músculo militar en el Océano Índico y que promete ser el mayor desafío de política internacional que van a enfrentar Joe Biden y sus aliados europeos en los próximos cuatro años.