Donald Trump y su esposa Melania dieron positivo por covid-19 y el presidente fue internado en un hospital como medida de precaución.
Trump tiene «ligeros síntomas», según dijo este viernes el jefe de gabinete, Mark Meadows, antes de que se anunciara el traslado por helicóptero a un hospital militar, donde permanecerá varios días.
El presidente de Estados Unidos anunció en Twitter en la madrugada de este viernes que había dado positivo por coronavirus al igual que su esposa Melania. El médico de la Casa Blanca, Sean Conley, dijo el viernes que el presidente está «fatigado pero de buen humor» y que estaba siendo evaluado por un «equipo de expertos».
Trascendió en medios, según fuentes anónimas, que Trump había tenido fiebre, tos y congestión nasal. En contraste, Trump dijo «Creo que estoy bien», en un corto video publicado en su cuenta de twitter, en el que también agradeció el apoyo recibido.
El presidente tiene 74 años y por tanto pertenece al grupo de alto riesgo.
Según el examen físico más reciente de Trump, pesaba a principios de este año 110.7 kg. Esto se considera obeso para su altura de 1.90 metros.
Este viernes se supo que tanto el vicepresidente, Mike Pence, su esposa y el candidato demócrata, Joe Biden, y su esposa dieron negativo.
«Comenzaremos nuestro proceso de cuarentena y recuperación de inmediato. ¡Lo superaremos juntos!», escribió Trump en twitter la madrugada del viernes.
Todavía no está claro cómo afectará este contagio a la organización del segundo debate presidencial, programado para el 15 de octubre en Miami, Florida.
Estados Unidos acumula ya 208,000 fallecidos por coronavirus, la cifra más alta de muertes en todo el mundo.
El presidente de Estados Unidos se suma a la lista de altos mandatarios que se vieron contagiados en los últimos meses como Jair Bolsonaro, presidente de Brasil,y Boris Johnson, primer ministro de Reino Unido.
Durante meses Trump dio a entender públicamente que la gripe común es más peligrosa que la covid-19 y se mostró escéptico sobre la gravedad de la enfermedad.
«No podemos dejar que el remedio sea peor que el problema», tuiteó Trump el 23 de marzo, al cuestionar el cierre de la economía por la pandemia y las medidas de distanciamiento social.
«Va a desaparecer. Un día, como un milagro, desaparecerá», dijo también sobre el virus.
Sin embargo, antes de que el coronavirus llegara al país, el presidente de Estados Unidos ya sabía que era más letal que la gripe, pero según le dijo al periodista Bob Woodward, quería minimizarlo para evitar el pánico. Una semana después de que Donald Trump les dijera a los estadounidenses que no se preocuparan por la covid-19 porque «prácticamente no afecta a nadie», excepto a los ancianos y a las personas con afecciones cardíacas, el propio presidente dio positivo por el virus.
Es difícil decir exactamente cuán trascendental es esto a tan solo 32 días de las elecciones estadounidenses, sobre todo ahora que el mandatario tuvo que ponerse en cuarentena para recibir tratamiento.
Los mítines de campaña están cancelados y en dos semanas debería celebrarse el próximo debate presidencial.
El habitual mensaje del presidente de que la nación está «dando la vuelta» a la pandemia se ha visto socavado por su propia enfermedad.
Hace solo unos días, durante el primer debate, Trump menospreció al oponente demócrata Joe Biden por usar con frecuencia cubrebocas y no dar mítines de campaña del mismo tamaño que los suyos.
Ahora, la Casa Blanca y la campaña tendrán que responder por qué el presidente adoptó una actitud aparentemente tan arrogante, y cuántos altos cargos en la Casa Blanca pueden haberse vistos expuestos.
Total que la especulación sobre el estado de salud y el momento en el que Donald Trump dio positivo por coronavirus sigue.
Por un lado, los médicos que atienden al presidente en el Hospital del Ejército Walter Reed, en las afueras de Washington, han vuelto a insistir en que su estado de salud está mejorando rápidamente, hasta el punto de que, en palabras de Brian Garibaldi, de la Universidad Johns Hopkins, «si sigue tan bien como hoy, nuestra esperanza es darle de alta mañana, para que siga su tratamiento en la Casa Blanca».
Por otra parte, el domingo trascendió que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pasó frente a sus partidarios en un coche fuera del hospital donde estaba siendo tratado por Covid-19, luego de anunciar en Twitter una «visita sorpresa» a sus seguidores.
VISTO CON CUBREBOCAS SALUDANDO A LA MULTITUD, EN IMÁGENES DE VÍDEO MOSTRADAS EN LOS MEDIOS ESTADOUNIDENSES Y AMPLIAMENTE COMPARTIDAS EN LAS REDES SOCIALES, NO ESTABA CLARO A DÓNDE SE DIRIGÍA O SI YA HABÍA RECIBIDO EL ALTA.
Durante su comparecencia, Brian Garibaldi uno de los médicos que lo atienden, añadió: «En respuesta a unos niveles de oxígeno transitorios bajos, iniciamos [ayer] un tratamiento con dexametasona, y nuestro plan es continuarlo».
La dexametasona es un esteroide que se ha mostrado muy útil en combatir los efectos del Covid-19 en enfermos graves, pero no en los casos leves. Se emplea con pacientes que requieren oxígeno extra o que están con ventiladores. El 14 de junio, un estudio de la Universidad de Oxford determinó que el uso de ese fármaco «reduce las muertes en un tercio en pacientes con ventilador (…) y en una quinta parte en pacientes que están recibiendo oxígeno». La Organización Mundial de la Salud (OMS) y los propios Institutos Nacionales de la Salud (NIH, según sus siglas en inglés) sólo recomienda el uso de ese esteroide en pacientes graves, ya que en casos leves puede ser perjudicial.
Así, «dexametasona» -una palabra de la que nadie que sea médico había oído hablar en su vida- se convirtió en ‘trending topic’ en Twitter en la ciudad de Washington. El uso de ese fármaco no significa ni muchísimo menos que la salud de Trump esté en peligro. Pero sí que el presidente ha sufrido o está sufriendo caídas del nivel de oxígeno en sangre cercanas a niveles de riesgo.
El médico de la Casa Blanca, Sean Conley, añadió que, aunque los niveles de oxígeno de Trump han llegado a caer a 93%, nunca rompieron el rango del 90%, que es el límite a partir del cual los médicos consideran que el paciente está en un estado grave.
A eso se suma el peligro de inflamación o de daño en el tejido pulmonar de Trump, algo en lo que Conley creó más confusión al decir que las pruebas realizadas hasta ahora «han hecho los hallazgos esperados», pero sin entrar en detalles. El corazón, el hígado y los riñones del presidente están «normales o recuperándose», según los médicos.
El algunos casos, las respuestas de Conley hubieran sido casi hilarantes, de no tratarse de la salud de una persona que, además, tiene un rango político e institucional clave en el mundo. Interrogado acerca de si el presidente tuvo que recibir oxigeno el sábado, dijo primero que «tengo que preguntar a las enfermeras», después preguntó «¿qué día fue ayer?» y, finalmente, reconoció, «sí, ayer por la mañana».
El médico de Trump también dijo que las declaraciones del jefe de gabinete de la Casa Blanca, Mark Meadows, sobre la salud de Trump «han sido malinterpretadas». El sábado, apenas unos minutos después de que Conley concluyera su rueda de prensa, Meadows había afirmado que «los signos vitales del presidente en las últimas 24 horas han sido muy preocupantes, y lo que pase en las próximas 48 horas va a ser decisivo desde el punto de vista de su estado de salud. Todavía no estamos en una dirección clara hacia una recuperación plena». Y concluyó con una frase genial: «La gente dice que estamos tratando de ocultar algo, lo que no es necesariamente cierto».
En ningún momento de la rueda de prensa Conley detalló, ni la prensa preguntó, sobre si Trump y su esposa Melania habían dado positivo el jueves por la noche, como había dicho el propio presidente, o el miércoles por la mañana, como había declarado el médico. La distinción es importante porque, si la versión de Conley es correcta, Trump mantuvo una agenda muy activa que implicó estar en contacto con cientos de personas aun a sabiendas de que tenía el coronavirus, y sólo hizo público el diagnóstico cuando empezó a experimentar síntomas.
Toda esta ceremonia de la confusión ha paralizado la vida política estadounidenses. Es algo comprensible. En la última semana, 23 personas que han estado o trabajan en la Casa Blanca han dado positivo por coronavirus.
Eso significa que ese edificio ha tenido más casos que Taiwan y Nueva Zelanda en la última semana, que suman 33 millones de personas, juntos. Aun así, al día de hoy, el uso de mascarillas sigue sin ser obligatorio en la residencia del jefe del Estado y del Gobierno de Estados Unidos, según informa la prensa estadounidense.
El hecho de que desde el jueves tres senadores republicanos hayan dado positivo en las pruebas del coronavirus ha obligado al líder de ese partido en el Senado, Mitch McConnell, a cancelar las sesiones de esa cámara ante el temor de que haya una oleada de contagios. McConnell, sin embargo, ha mantenido el calendario para la confirmación de la jueza Amy Coney Barrett al Tribunal Supremo, aunque las sesiones tengan que realizarse a través de internet.
La paralización del Senado podría también descarrillar un segundo programa de estímulo económico por valor de unos 2.2 billones de dólares que está siendo negociado entre el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, y la líder demócrata de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. Los republicanos se habían opuesto a las ayudas pero, ante el temor a perder el control del Senado en las elecciones de noviembre, están flexibilizando su posición.
El plan, que cuenta con el apoyo de Trump, es necesario para que la economía de Estados Unidos no vuelva a hundirse a medida que el estímulo anterior, de aproximadamente las mismas dimensiones, se agota. El nuevo programa incluiría más cheques a la población, así como ayudas para que las finanzas de ayuntamientos y estados no se colapsen.