En días recientes los diputados locales comenzaron a explorar la posibilidad de aumentarse el salario. Será muy difícil que los legisladores encuentren alguien que esté de acuerdo en la medida, pues si hiciéramos una lista de los funcionarios públicos que menos simpatía gozan y cuya utilidad es más cuestionada, seguramente tendríamos que incluir a los legisladores.
El argumento, que incluso llevó a una consulta al Comité Técnico de Transparencia y Valoración Salarial, un ente al que por cierto las dependencias solo desempolvan cuando necesitan aumento de sueldo, es que hace más de diez años su salario está congelado. Y es verdad.
Actualmente los diputados tienen un salario mensual bruto, es decir, sin descontar impuestos ni pensiones, de 109 mil 69.76 pesos e ingresos netos por 67 mil 900.80 pesos. Según la jerarquía que les da la Constitución, el Poder Legislativo tiene el mismo rango que el Ejecutivo y el Judicial, aunque en el trabajo que realizan y en el comportamiento político real no sea así. El titular del Ejecutivo, es decir, el gobernador Enrique Alfaro Ramírez tiene un salario bruto de 157 mil 885 pesos al mes, mientras que sus ingresos netos son de 99 mil 542.88 pesos.
Por su parte, los magistrados del Supremo Tribunal de Justicia del Estado tienen ingresos mensuales por 228 mil 853 pesos.
Lo anterior significa que los diputados ganan el equivalente a 69 por ciento del salario del gobernador. Claro, el nivel de responsabilidad que tiene el gobernador con respecto a los diputados ni siquiera es equiparable, sobre todo ante el papel que en la práctica han decidido jugar los integrantes de las últimas legislaturas, como una ventanilla de trámite de los gobernadores en turno.
El salario de los diputados en términos brutos equivale a menos de la mitad de lo que recibe un magistrado, aunque ciertamente para este último cargo el perfil de formación y de trayectoria tiene exigencias muy superiores a las de un diputado, por lo menos en teoría.
Los legisladores ganan menos que el jefe de Gabinete, Hugo Luna Vázquez, quien cada mes recibe un salario bruto de 147 mil 342 pesos, y que los coordinadores generales del gobierno del estado, que tienen ingresos brutos mensuales por 142 mil 283 pesos. También ganan menos que los secretarios, que perciben mensualmente 137 mil 43 pesos.
Además, tienen un salario inferior al de integrantes de organismos como el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana (Iepcej), cuyos consejeros reciben mensualmente un salario bruto de 133 mil 32 pesos.
Con este comparativo, podemos confirmar que efectivamente el sueldo de los diputados se quedó rezagado con respecto a los ingresos de otros funcionarios.
SIN EMBARGO, ESTO NO SUCEDIÓ POR CASUALIDAD, SINO POR LOS ESCÁNDALOS QUE SE HAN ACUMULADO LEGISLATURA TRAS LEGISLATURA.
Los diputados han decidido derrochar en una nómina obesa, con asesores que no necesitan y le han dado trabajo a personas que ni tienen el perfil ni se requieren para el trabajo legislativo, así como pagar por asesorías y hasta por un edificio cuya utilidad sigue sin clarificarse. Así, el aumento salarial se convirtió en un tema que nadie se atrevía a tocar.
Uno de los argumentos de quienes defienden el incremento, es que se requiere dignificar la labor del diputado frente a los otros poderes. Si hablamos de pesos y centavos, pueden tener razón. El tema de fondo es que la dignidad la han perdido las legislaturas con su trabajo deficiente y su falta de responsabilidad hacia los jaliscienses y no por ganar menos.