El cartón del gran monero Qucho publicado el miércoles 25 de mayo en El Informador pinta el cuadro político completo de lo que ocurre con los poderes públicos en este momento en Jalisco: aparece el presidente del poder Legislativo, el morenista José María Martínez Martínez de rodillas dispuesto a firmar lo que le pongan enfrente, aparece un magistrado con vestido y toga besando los pies del titular del Ejecutivo y aparece un Pablo Lemus empequeñecido en los hombros del gobernador Enrique Alfaro Ramírez. Mientras éste personaje dibujado dice, ufano y altanero: “O están conmigo o están contra mi”.
El cartón de Qucho analiza con precisión lo que está ocurriendo en este momento político en Jalisco, marcado por la confrontación de los dos grupos de poder más influyentes en el estado: el grupo que encabeza Enrique Alfaro Ramírez, gobernador del estado y el grupo político que encabeza Raúl Padilla López: una sumisión de los poderes al Ejecutivo.
El grupo de Raúl Padilla, ya se sabe, mantiene el gobierno y el control de la Universidad de Guadalajara (UdeG) desde 1989, dio registro a un partido político pequeño (Hagamos) y cuenta con algunos espacios en otros poderes públicos: dos diputados, regidurías, jueces y representantes en órganos autónomos, pero cada vez más acotado.
El grupo de Enrique Alfaro, por su parte, controla el poder Ejecutivo del estado, tiene mayoría en el Poder Legislativo, controla el poder Judicial, gobierna los municipios más poblados y con más presupuesto, ejerce influencia y presión en actores empresariales, tiene el control del partido mayoritario en Jalisco, Movimiento Ciudadano (MC) y tiene relativa influencia nacional en esta misma organización.
Aunque ahora están enfrentados, estos dos grupos políticos han sido aliados en el pasado al menos en dos ocasiones. El grupo UdeG contribuyó a que Enrique Alfaro llegara a su puesto público más importante en su carrera, el gobierno de Tlajomulco en 2009. Apenas al llegar al cargo, rompió estridentemente con Raúl Padilla y el grupo UdeG. Los caprichos de la política profesional los volvieron a convertir en aliados nuevamente en la campaña por la gubernatura de 2018 que ganó el candidato postulado por MC. El grupo UdeG fue un aliado para que Alfaro ganara la gubernatura del estado que ahora ostenta.
Caminaron de la mano durante dos años y medio, especialmente en la difícil coyuntura social abierta por la pandemia de Covid.19 desde marzo de 2020. Si bien existían diferencias coyunturales o específicas, la alianza se mantuvo hasta julio del año pasado. Según versiones universitarias, el gobernador Enrique Alfaro no perdonó que el grupo UdeG no avalara la contratación 6,200 millones de pesos (mdp) de deuda bajo la justificación de enfrentar la crisis económica provocada por la pandemia, pero que terminó por convertirse en deuda para financiar obra pública que le permitiera al gobernador lucirse por todo el estado.
El punto de no retorno ocurrió por un punto clave en la personalidad de Enrique Alfaro: la intolerancia a la crítica. Al gobernador se le fueron acumulando piedritas por las críticas que distintos actores universitarios han hecho sobre problemas que se vienen acumulando en Jalisco, como la inseguridad y la crisis por desapariciones. Y también por cuestionar proyectos que eventualmente pueden convertirse en jugosos negocios, como las inversiones de Pensiones del Estado o proyectos inmobiliarios, como Iconia.
En ese contexto de incomodidad y arrebato, Enrique Alfaro decidió recortar el presupuesto universitario, pero en concreto en los proyectos que más interesan a Raúl Padilla, como es el Centro Cultural Universitario y la obra en curso en este momento: el Museo de Ciencias Ambientales. Así es como se decide recortar 140 mdp para este museo. Alfaro y los cuadros de MC alegan que es más importante financiar el Hospital Civil de Oriente que costear un museo. Y tal vez tengan razón, pero no explican por qué si la salud es una gran prioridad, no se financió el Hospital Civil de Oriente con parte de los 6,200 mdp que se contrataron de deuda.
EL CONFLICTO ENTRE ESTOS DOS GRUPOS SE HA MANTENIDO A LA LARGO YA DE MEDIO AÑO, CON 99 CAMINATAS DE RECTORÍA A CASA JALISCO, SEDE OFICIAL DEL EJECUTIVO ESTATAL Y CASA ACTUAL DE ENRIQUE ALFARO.
En el inter, se intentaron mediaciones para lograr un acuerdo, entre otras promovidas por el dirigente nacional de MC, Dante Delgado. Se estaba a punto de un gran acuerdo que implicaba la devolución de los 140 mdp, y de muchos más millones de pesos, pero a cambio de varias condiciones que al grupo UdeG le parecieron inadmisibles. Alfaro pedía el sometimiento del grupo universitario a su proyecto político.
Fuentes enteradas de los detalles revelan que el rompimiento fue coronado por una retahíla de fuertes insultos del gobernador al rector y la salida intempestiva de este de Casa Jalisco. Horas después el rector Ricardo Villanueva convocaría a la marcha más grande de la historia de la UdeG, en respuesta al maltrato que acusan han recibido del gobierno de Alfaro.
El anuncio de la manifestación escaló el conflicto entre ambos grupos, como se ha atestiguado en los días previos a la mega-marcha: volantes apócrifos, protestas de encapuchados afuera de los domicilios del rector Villanueva y del ex rector Padilla, y presiones a actores públicos relevantes para que se definan en el conflicto. Así se explica la forzada comida en el Salón del Bosque entre el alcalde de Guadalajara, Pablo Lemus, y el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro. Así se explican los pronunciamientos de algunos representantes empresariales y la cruzada de MC en contra del grupo UdeG.
Y así se explica el inusual desplegado firmado por los representantes de los tres poderes públicos de Jalisco, publicado el martes 24 de mayo en diarios locales y nacionales, firmado por el titular del Ejecutivo, Enrique Alfaro; el presidente del Poder Judicial, Daniel Espinosa Licón; y el presidente en turno de la Mesa Directiva del Congreso del Estado, José María Martínez.
Es inusual porque a pesar de los varios graves problemas que existen en Jalisco, como el despojo, la devastación ambiental, la explotación laboral o la crisis por desapariciones, nunca antes los tres poderes públicos tuvieron intención de manifestar públicamente su intención de trabajar en conjunto para combatir estos problemas. El desplegado referido revela que les parece más importante la grilla y peleas entre la clase política profesional que atender los problemas que más afectan a la sociedad de Jalisco.
En este desplegado cierran con un mensaje para Raúl Padilla (al que no mencionan por su nombre) y su grupo: “Los tres poderes públicos de Jalisco no vamos a permitir que quienes han secuestrado a la Universidad de Guadalajara pongan en riesgo el legado de fray Antonio Alcalde, el futuro de las nuevas generaciones y la estabilidad de nuestro estado. YA BASTA” (en altas en el desplegado).
Y dicen también que la función de la UdeG no es ser un partido político que lucha por el poder o que no debe ser un negocio privado de sus dirigentes. Pero a pesar de ello, todos estos actores políticos han pactado políticamente en más de una ocasión con este grupo. Sobre lo segundo, tienen razón, pero si es así, ¿por qué en vez de denunciar en desplegados no se presentan denuncias específicas y sustentadas ante la Fiscalía?
Y si fuera así, esta crítica vale igual para los representantes de los otros poderes, especialmente el Ejecutivo, poder donde muchos hacen negocios privados al amparo del manejo del gobierno y de los contratos de obra pública y otros.
Más allá del sustento de las denuncias, lo que mostró el desplegado de los tres poderes públicos del 24 de mayo es que en Jalisco no existe división sino sumisión de poderes: del Legislativo, del Judicial, de los ayuntamientos, y de varias empresas de medios que están controladas o amenazadas por el actual grupo político en el poder, el que encabeza Enrique Alfaro.
Aunque los arranques de ira e intolerancia a la crítica han sido el sello personal de toda la trayectoria pública de Enrique Alfaro, la actual coyuntura política subraya la intolerancia del gobernador. Con un añadido grave y preocupantes: el control caciquil de poder que ejerce al seno de su grupo político, de MC, de ayuntamientos, de los poderes Legislativo y Judicial, y de empresas de medios sometidas a su presupuesto, lo convierten en un gobernante autoritario como no habíamos visto en Jalisco desde los años setentas del siglo pasado. Alfaro quería pasar a la historia como un político refundador de la política pública y resulta que es más parecido a un Flavio Romero de Velasco, gobernador priista que controlaba todas las esferas del poder público en el estado, incluida la UdeG.