Son demasiadas ya las señales de un deterioro y agriamiento de la relación política entre el gobernador Enrique Alfaro Ramírez y el presidente de Guadalajara, Pablo Lemus Navarro, lo que supone un riesgo electoral para el partido gobernante en Jalisco, Movimiento Ciudadano (MC) al que curiosamente ninguno de los aludidos está afiliado. Todo indica que los desacuerdos no son recientes, pero en los últimos días hay varias señales de ellos, ya todos reseñados en las columnas políticas de los diarios de Guadalajara.
Los episodios más recientes son la ausencia de Pablo Lemus en el encuentro nacional de diputados de MC, celebrado aquí en Guadalajara el 27 de febrero, al que asistieron tanto Alfaro como el dirigente nacional naranja Dante Delgado. Aunque Lemus justificó su ausencia por motivos de una reunión familiar en Barra de Navidad, otras versiones indican que el alcalde tapatío no quiere ser visto como parte de los liderazgos alfaristas o de MC.
Parece ser que en respuesta a esta ausencia, y otros posibles desavenencias no públicas, el secretario general del ayuntamiento, Eduardo Martínez Lomelí, no asistió a la sesión de ayuntamiento del pasado lunes 28 de febrero. Martínez Lomelí, como es sabido, es la cuña de Enrique Alfaro dentro del ayuntamiento controlado por Lemus y aspira a ser el candidato de MC a Guadalajara en la siguiente elección, pero está lejos de figurar como un liderazgo de peso en la política profesional local. Como sea, su cercanía con Alfaro y su malquerencia con Lemus la convierten en uno de los puntos de conflicto entre el gobernador y el presidente de Guadalajara.
Otro episodio más en esta serie de desencuentros Alfaro-Lemus es la postergación en el Congreso del Estado, dominado por MC, en aprobar la renuncia de Cynthia Cantero Pacheco como presidenta del Instituto de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales de Jalisco (Itei) para asumir como contralora de Guadalajara, a donde llegó por invitación de Lemus. Sabemos de la pachorra de los diputados locales, pero si fuera una aprobación que necesitara el gobernador, ya habría sido votada las veces necesarias. Es una demora con mensaje.
ESTOS SON, COMO DIJE, APENAS UNOS EPISODIOS PÚBLICOS DE LA SERIE DE DESAVENENCIAS QUE MANTIENEN EL GOBERNADOR ALFARO Y EL ALCALDE LEMUS.
Parece ser que los cuadros de Alfaro en el gobierno de Guadalajara les molesta cada vez más que el candidato que ganó con los cuadros y la estructura de movilización de MC, tiene ahora tal proyección que no parece necesitar del aparato alfarista. O dicho de otro modo, el aparato necesita de Pablo Lemus para ganar con holgura la gubernatura del estado y de ese modo promover la reproducción del aparato alfarista con los miles de puestos de trabajo que necesitan en la siguiente administración.
Pero parece que el encono de personajes como Martínez Lomelí y probablemente de otros allegados al círculo interno alfarista, como Hugo Luna, están terminando por envenenar la relación entre Alfaro y Lemus.
Al circulo alfarista le disgusta que Lemus no compre el pleito con la Universidad de Guadalajara y el jefe del grupo político que la controla, Raúl Padilla López. Les molesta que Lemus no tenga los desencuentros con la prensa que tiene Alfaro y el carisma que muestra el actual residente de Palacio Municipal, algo que el gobernador a aspira a tener pero que no le sale para nada natural. Así las diferencias y desavenencias parecen ir creciendo entre ambos políticos mejor posicionados por MC en Jalisco.
Por supuesto, el dueño de la franquicia MC en Jalisco sigue siendo Alfaro. Si se lo propone, impediría que Lemus se postule como candidato a gobernador por su partido. Pero el problema es que no tiene candidatos de repuesto, a la altura de la popularidad de Lemus. Ni Alberto Esquer, ni Salvador Zamora o Clemente Castañeda podrían posicionarse entre el electorado como ya lo está Pablo Lemus.
Pero los que quieren la subordinación de Lemus al alfarismo olvidan que el alcalde de Guadalajara ya tiene su propia corriente, la corriente política de empresarios formada en Coparmex y que llegó por invitación a MC. Pero ahora ya no son invitados: gobiernan de manera conjunta las dos ciudades principales de Jalisco: Guadalajara y Zapopan. O más propiamente dicho, Pablo Lemus parece gobernar desde el centro tapatío ambos municipios.
Es decir, la fuerza de Lemus ya no es solo su popularidad sino su base de poder en los gobiernos municipales, y sus amplias relaciones empresariales y políticas, que va acrecentando conforme se asienta en el gobierno de Guadalajara.
Paradójicamente, la posición de fuerza que tiene Pablo Lemus es un regalo del alfarismo. Como escribí hace unas semanas, Enrique Alfaro perdió mucho al ganar casi todo en la elección intermedia de 2021. Al postular a Lemus, ganó por amplio margen la capital estatal, pero se quedó sin control directo del gobierno.
Lo mismo ocurrió con los triunfos de movimiento naranja en Nuevo León. Los triunfos de gobernador de Samuel García y de alcalde Monterrey, Luis Donaldo Colosio Riojas, debilitaron el proyecto de Alfaro a la precandidatura presidencial.
Este saldo paradójico de Alfaro y sus distintos frentes políticos abiertos en Jalisco y con el presidente Andrés Manuel López Obrador, lo tienen muy mermado en términos de imagen y lejos de los primeros lugares de la carrera presidencial. Un escenario muy diferente al que se imaginaba a la mitad de su sexenio.
Y por eso el alfarismo parece desesperado para encontrar un lugar en la contienda por la presidencia. Claramente al inicio de este año Enrique Alfaro arrancó su hoja de ruta para tratar de conseguir la precandidatura presidencial. Como parte de esa ruta busca entrevistas, algunas a modo, para venderse como candidato presidencial o en el peor de los casos como “parte de la construcción de una alternativa nacional”, es decir como factor de peso en la sucesión presidencial, según les dijo a Beatriz Pagés Rebollar y Carlos Alasraky en el programa de entrevistas de You Tube, Attypical TeVe.
Los encuentros de Alfaro con Samuel García, con el pretexto de pagar una apuesta de futbol, y con Luis Donaldo Colosio Riojas (el pasado 2 y 3 de marzo ), son un intento de tener cercanos a quienes hoy son sus enemigos internos por la precandidatura presidencial.
Las opciones para el alfarismo son pocas. A pesar de sus diferencias con Lemus, lo necesita para refrendar la gubernatura de Jalisco, las principales alcaldías y el Congreso del Estado. Eliminar a Lemus sería darse un balazo en el pie.
El conjunto de todos estos elementos parecen confirmar mi hipótesis de que el proyecto político de Alfaro está derrotado y necesita de otras caras y liderazgos para seguirse reproduciéndose.
A final de cuentas, reitero, la principal derrota de Alfaro es que se convirtió en otro proyecto político que incumplió sus promesas de cambio a la sociedad jalisciense, rompió cínicamente promesas de campaña, como no inundar Temacapulín, o el compromiso de sanear el río Santiago.
Y en cambio, repitió varios de las viejas mañas de la partidocracia y de la clase política profesional, como crear una estructura política que se sostiene del aparato público y favorecer a un grupo empresarial afín a los intereses electorales del alfarismo. Prometiendo refundar todo, terminó repitiendo lo peor del viejo régimen.