
Pero hay otros que prefieren huir o no dar la cara aunque presuman de lo contrario, curiosamente al menos dos de ellos socios principales del frustrado frente político conservador que se estrelló contra el tsunami a favor de AMLO en 2018 y que, a estas alturas con todo derecho, se han ganado los primeros lugares en los memes políticos nacionales o jaliscienses.
El caso más cercano es el de Ricardo Anaya, a quien cualquiera de mis cinco lectores podrá encontrar en redes sociales bajo el estigma “Riqui Riquín Profuguín” y quien, como en sus videos de explorador del Serengueti mexicano, de nueva cuenta al querer victimizarse se convirtió en hazmerreír.
Mira que decir que Benito Juárez o Francisco I. Madero tuvieron que exiliarse ante la persecución de Santana o Porfirio Díaz, respectivamente, para justificar su huida. Qué barbaridad.
Si ya antes uno se reía ante su discurso de disrupciones y sus alianzas con caciques y traidores, ahora el muchacho robótico que ya probó los tacos con sal para presumirse pueblo, se voló la barda hasta Atlanta.
LO MISMO SUCEDE EN JALISCO CON ENRIQUE ALFARO.
Va a El Zapotillo para dizque participar en la solución del problema de la presa que él mismo quiso enredar más, pero evita llegar a Temacapulín donde -previsor que es- efectivamente la población indignada por sus traiciones exhibió carteles en los que pedían que se fuera del gobierno.
No pasó una semana de lo anterior cuando, otra vez, Alfaro mostró que lo suyo es usar a la polecía -esos funcionarios públicos prepotentes que obedecen sin cuestionar, por el puro gusto de ser gandallas– para amedrentar, amenazar y comportarse como gorilas, sabedor el gobernador y ellos que todo quedará impune. ¡Ajúa!
El problema acá no es Riqui Riquín, al fin y al cabo desde Atlanta o desde el culo del mundo a donde se fue será más invisible de lo que ya de por sí ha sido, pese a sus esfuerzos por sentirse un contrapeso presidencial, sino la ambición alfarista creciente, su evidente propensión al uso de la polecía coordinada por el inamovible fiscal Gerardo Octavio Solís, el hombre que tiene el premio Guinness con más quejas por torturas en el estado.
PARTIDIARIO
Zapotillo.- Está cantado que la presa El Zapotillo quedará a una altura de 80 metros, tal cual está hoy, pero con un llenado aproximado de 50 metros, así el cártel del agua chapotee de coraje. La defensa de las tres comunidades alteñas por evitar la inundación de sus pueblos es un estigma para los gobernantes de Jalisco y Guanajuato, para los anteriores gobiernos federales, y un triunfo para los opositores y para el gobierno de López Obrador. Que quieran seguir asustando con el petate del muerto del desabasto de agua y la sequía absoluta por llegar, sigue siendo un absurdo demagógico. Existen alternativas, muchas, en ellas se debería trabajar de fondo en lugar de andar pensando cómo financiar el salto cuántico de una candidatura presidencial…
Y ya con esta.- Vaya semana la que recién concluyó en cuanto a homicidios contra mujeres en Jalisco. Once en total en seis días, entre domingo 15 y sábado 21 de agosto. Entre las víctimas hay mujeres de la tercera edad, trabajadoras de maquiladoras, acuchilladas, balaceadas, arrojadas de un puente. Según los datos más recientes del Sistema Nacional de Seguridad Pública, de enero a junio Jalisco ocupaba el segundo lugar nacional por número de feminicidios con 44 víctimas, sólo debajo del Estado de México, mientras las ciudades de Tlaquepaque y Tlajomulco estaban empatadas, con diez feminicidios cada una, en el primer lugar del país como los municipios donde se reportan más muertes por razón de género contra mujeres. ¿Y el gobierno naranja que tanto se dice defensor de las damas? Pues pervirtiendo el verdadero sentido del feminismo o volteando para otro lado más provechoso en sus propósitos políticos…