No es la primera vez que Enrique Alfaro Ramírez proclama que lo que verdaderamente quisiera es cambiar su profesión de gobernador, por la de entrenador de un equipo de futbol. Por las fotos que emiten sus gabinetes de comunicación en los cargos públicos que ha ocupado, sabemos que a Alfaro le encanta el futbol y cada que puede se echa una cascarita. Pero desconozco absolutamente si el actual mandatario de Jalisco tiene talento para aspirar a conseguir el puesto de entrenador de un equipo de futbol profesional.
Aunque ya había anunciado con anterioridad su proyecto de futuro, Enrique Alfaro lo repitió dos veces en una semana. El 1º de diciembre en una charla virtual privada con Universidad Panamericana (UP) dijo: «He visto a muchos gobernadores volverse locos, creyéndose presidenciables y descuidando sus gobiernos y entretenerse en otras cosas y en otras agendas. Yo quiero ser hasta el último día de mi gobierno, gobernador de tiempo completo (…) No tengo interés en volver a ser candidato a nada, logré el propósito que había planteado en mi actividad profesional como político que es ser gobernador de mi estado, Alcalde de la capital de Jalisco, haber gobernado Tlajomulco, haber sido legislador, es decir, me siento muy tranquilo con el camino recorrido», dijo en una charla reseñada por el diario Mural.
Tres días después, se lo repitió a Carlos Loret de Mola en la controvertida entrevista que le concedió en el patio del Instituto Cultural Cabañas el 4 de diciembre. El presentador de televisión le tendió la alfombra para presentarlo como un referente opositor al gobierno de la Cuarta Transformación, e incluso le dijo que era la “esperanza” de muchos críticos del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Enrique Alfaro capeó la lisonja del entrevistador y dijo: “Mi proyecto está en otra ruta. Quiero dedicarme al tema del fútbol, me encantaría tener esa opción en mi vida. A lo mejor entrenador de fútbol, me encantaría ser entrenador”.
No se puede poner en duda de que ese sea un deseo, y eventualmente una pasión del político que ha sido diputado, alcalde, y gobernador postulado por tres partidos distintos a lo largo de su carrera política: PRI, PRD y Movimiento Ciudadano. Puede ser su pasión ya no secreta, pero sí deseada. Pero que lo consiga está por verse.
LO QUE SÍ SE PUEDE VER EN ESTE MOMENTO SON LAS JUGADAS QUE HACE ALFARO COMO GOBERNADOR DE JALISCO Y EN LO PERSONAL, COMO POLÍTICO DEDICADO A LA POLÍTICA PROFESIONAL EN EL PAÍS.
Es decir, más allá de sus declaraciones, cuales son las acciones, las energías, el gasto de dinero y recursos, y las políticas en las que Alfaro enfoca hoy por hoy sus baterías.
Y si uno va sumando que es un gobernador poderoso que además de encabezar el Poder Ejecutivo del estado, tiene el control del poder Legislativo, influencia en el poder Judicial, prácticamente derecho de veto en los gobiernos municipales de más peso en Jalisco y una capacidad de intervenir en las decisiones principales del partido Movimiento Ciudadano (del cual no es afiliado, se lo repitió a Loret de Mola), vemos que sus acciones y recursos están enfocadas a aumentar el poder político que tiene, no en disminuirlo.
A eso se suma la estrategia a todas luces calculada y diseñada, para posicionarse como un referente político de oposición al presidente López Obrador, y su participación destacada en la Alianza Federalista, como quedó demostrado e la charla virtual en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) donde prácticamente dictó la política de este consorcio de diez mandatarios estatales al proponer un acuerdo nacional de todos los gobernadores del país para exigir que no se les asignen menos recursos en 2021 de los que recibieron este año.
Sería muy ingenuo creer el mensaje de Alfaro de que ya está realizado en su carrera política, que lo que más ambicionaba (gubernatura de Jalisco) ya la consiguió y que está concentrado totalmente en desempeñar el mejor papel posible en este cargo.
Claramente no ha sido así, y todo parece indicar que su aspiración no declarada de ser presidente de México lo está distrayendo, lo obliga a descuidar graves asuntos del estado para estar presente en los juegos y reyertas de la grilla nacional. Mientras Jalisco se enfrenta a un escenario de múltiples crisis: de seguridad, sanitaria, económica y social.
Con indicadores que confirman a Jalisco como el estado con más desaparecidos y más fosas clandestinas; un manejo desbordado y probablemente irresponsable de la pandemia de Covid.19 por el claro relajamiento de las medidas sanitarias al favorecer la reactivación de prácticamente todas las actividades económicas, lo que vislumbra un caótico y rebasado sistema de salud en los próximos meses; una economía quebrada a la que no se le inyectaron recursos de apoyos prometidos a cambio de nuevo endeudamiento por 6,200 millones de pesos solicitado al inicio de la pandemia. En fin, un estado en crisis y un gobernador que piensa en la presidencia, y si no le sale, pues se vuelve entrenador. La mayoría de los jaliscienses no la tiene tan fácil.