Casi un año después de que se encendieran las primeras alarmas por el surgimiento del nuevo coronavirus Sars-CoV-2, la comunidad científica sigue haciendo descubrimientos intrigantes sobre el origen de la pandemia.
Un estudio publicado este 30 de noviembre en la revista Clinical Infectious Diseases elaborado por expertos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, agregó nuevas dudas sobre el inicio real de la pandemia del covid-19.
La cronología oficial señala como fecha de partida el 31 de diciembre de 2019, cuando la autoridad sanitaria de la ciudad china de Wuhan emitió una alerta sobre una serie de casos asociados a un misterioso virus respiratorio.
El punto en común entre los pacientes era un mercado municipal que vendía animales salvajes vivos y muertos. Ahora, 11 meses más tarde, investigadores vinculados al gobierno estadounidense han identificado retroactivamente que 39 personas de tres estados del país ya habían desarrollado anticuerpos contra el coronavirus dos semanas antes de que se produjera la alerta en China. Estados Unidos no identificó oficialmente el primer caso en el país hasta el 21 de enero de 2020. El estudio se basó en muestras de sangre de donaciones realizadas entre el 13 de diciembre de 2019 y el 17 de enero de 2020. Las 7,389 muestras analizadas fueron recolectadas de forma rutinaria de donaciones organizadas por la Cruz Roja en nueve estados de Estados Unidos.
De 1,912 muestras de donaciones realizadas entre el 13 y el 16 de diciembre, 39 dieron positivo (26 en California y 16 en Oregon o Washington).
Otras 67 muestras que contenían el virus fueron identificadas entre donaciones hechas entre el 30 de diciembre de 2019 y el 17 de enero de 2020. La edad promedio de las personas infectadas era de 52 años y la mayoría eran hombres.
Para los autores del estudio, parte de estos anticuerpos identificados deben estar vinculados a otros tipos de coronavirus que circulan por el mundo, pero la gran cantidad de personas encontradas con estos anticuerpos en el análisis indica que otra parte era muy probable que tuviera covid-19 en ese momento.
Pero, ¿cómo cambia esto lo que sabemos sobre el inicio de la pandemia? ¿Cuándo apareció el nuevo coronavirus?
Esta pregunta no tiene una respuesta exacta y puede que nunca la tenga.
Lo que se sabe hasta ahora es que el primer brote importante surgió en Wuhan en diciembre de 2019, pero varios indicios sugieren que el virus había estado circulando por el mundo semanas o meses antes. Los autores del estudio que identificó anticuerpos contra el nuevo coronavirus en decenas de personas en Estados Unidos dicen que este descubrimiento tiene algunas limitaciones, incluida la determinación de si las personas se infectaron en su propio país o durante viajes.
Una encuesta realizada previamente por la propia Cruz Roja para conocer el perfil de sus donantes arroja algunas pistas. Del total, un 3% dijo haber viajado al exterior en el mes anterior a la donación, y sólo un 5% de ese 3% dijo que el destino de ese viaje estaba en Asia.
ESTE DESCUBRIMIENTO NO ES EL PRIMERO (Y PROBABLEMENTE NO SERÁ EL ÚLTIMO) QUE APUNTA A LA PRESENCIA DEL VIRUS ANTES DE LA ALERTA OFICIAL EN CHINA.
Investigadores de al menos cuatro países, incluido Brasil, señalaron la presencia del nuevo coronavirus en muestras de aguas residuales recolectadas semanas o meses antes del primer brote oficial en China. El estudio que más llamó la atención fue liderado por investigadores de la Universidad de Barcelona. Según ellos, hubo presencia del nuevo coronavirus en muestras congeladas recogidas en España desde el 15 de enero de 2020 (41 días antes de la primera notificación oficial en el país) y desde el 12 de marzo de 2019 (nueve meses antes del primer caso reportado en China). Pero aún no está claro cómo y cuándo el virus Sars-CoV-2 comenzó a infectar a las personas. Ni de qué animal «saltó» el virus a los humanos.
Existe consenso entre los científicos de que el primer brote se produjo en un mercado de Wuhan que vendía animales silvestres vivos y muertos. Pero los investigadores no saben si el virus apareció allí o «aprovechó» las condiciones del lugar para propagarse de una persona a otra.
La propia línea de tiempo sobre el virus en China ha retrocedido, algo común cuando se trata del surgimiento de una enfermedad que se propaga rápidamente, como es el caso del covid-19.
Un estudio realizado por médicos en Wuhan, publicado en enero por la revista médica The Lancet, encontró que (hasta ahora) el primer caso de covid-19 se detectó el 1 de diciembre de 2019 y no tenía un vínculo aparente con el mercado público de vida silvestre.
Algunos expertos también dicen que difícilmente un virus con potencial de convertirse en una pandemia podría circular durante meses por todo el mundo sin ser detectado.
Pero viajar durante semanas podría ser más factible, especialmente durante el invierno en el hemisferio norte.
También hay dudas sobre el momento en que el nuevo coronavirus llegó a Brasil y comenzó a circular en el país.
El primer diagnóstico oficial en el país sudamericano ocurrió el 26 de febrero de 2020. Se trataba de un empresario de Sao Paulo de 61 años de edad que regresaba de un viaje a Italia, que para entonces era el segundo epicentro de la pandemia. Pero un equipo liderado por investigadores de la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC) identificó la presencia del virus a partir del 27 de noviembre de 2019 en el alcantarillado de Florianópolis.
Además, investigadores de la Fundación Oswaldo Cruz señalaron la existencia de al menos un caso de Sars-Cov-2 en Brasil un mes antes del primer registro oficial, que tuvo lugar entre el 19 y el 25 de enero de 2020. La pandemia del nuevo coronavirus ha registrado en las últimas 24 horas más de 640,000 casos nuevos en todo el mundo, por debajo de los 670,000 del sábado, hasta rebasar los 66.5 millones de afectados globales, y ha dejado otros 10,198 muertos más desde la víspera, según el balance publicado este domingo por la Universidad Johns Hopkins.
Según ha declarado la OMS, el brote de COVID-19 y la respuesta correspondiente han estado acompañados de una infodemia masiva, es decir, de una cantidad excesiva de información ‒en algunos casos correcta, en otros no‒ que dificulta que las personas encuentren fuentes confiables y orientación fidedigna cuando las necesitan.
El término infodemia se refiere a un gran aumento del volumen de información relacionada con un tema particular, que puede volverse exponencial en un período corto debido a un incidente concreto como la pandemia actual.
En esta situación aparecen en escena la desinformación y los rumores, junto con la manipulación de la información con intenciones dudosas.
En la era de la información, este fenómeno se amplifica mediante las redes sociales, propagándose más lejos y más rápido, como un virus.
La desinformación es la información falsa o incorrecta con el propósito deliberado de engañar.
En el contexto de la pandemia actual, puede afectar en gran medida todos los aspectos de la vida, en particular la salud mental, habida cuenta de que las búsquedas en internet de información actualizada sobre COVID-19 se han disparado de 50% a 70% en todas las generaciones.
En una pandemia, la desinformación puede afectar negativamente la salud humana. Muchas historias falsas o engañosas se inventan y difunden sin comprobar su veracidad ni calidad. Gran parte de esta desinformación se basa en teorías de la conspiración, y parte de ella introduce algunos de los elementos de ellas en el discurso predominante.
Ha estado circulando información inexacta y falsa sobre todos los aspectos de la enfermedad, como el origen del virus, la causa, el tratamiento y el mecanismo de propagación.
La desinformación puede difundirse y asimilarse muy rápidamente, dando lugar a cambios de comportamiento que pueden llevar a que las personas tomen mayores riesgos. Todo esto hace que la pandemia sea mucho más grave, perjudique a más personas y ponga en peligro el alcance y la sostenibilidad del sistema de salud mundial.
El mayor acceso en el mundo a los teléfonos móviles con conexión a internet y a las redes sociales ha dado lugar a la producción exponencial de información y de las posibles modalidades para obtenerla, creando una epidemia de información o infodemia. En otras palabras, estamos ante una situación en la que se produce e intercambia mucha información en todos los rincones del mundo, la cual llega a miles de millones de personas. Pero, ¿Cuánta de esa información es correcta? Solo parte de ella. Dificulta que las personas, los encargados de tomar las decisiones y el personal de salud encuentren fuentes confiables y orientación fidedigna cuando las necesitan.
Entre las fuentes figuran las aplicaciones para teléfonos móviles, las organizaciones científicas, los sitios web, los blogs y las personas influyentes, entre otras.
Las personas pueden sufrir ansiedad, depresión, agobio, agotamiento emocional y sentirse incapaces de satisfacer necesidades importantes.
Puede afectar los procesos decisorios cuando se esperan respuestas inmediatas, pero no se asigna el tiempo suficiente para analizar a fondo los datos científicos.
No hay ningún control de calidad en lo que se publica y a veces tampoco lo hay en la información que se utiliza para adoptar medidas y tomar decisiones.
Cualquier persona puede escribir o publicar algo en internet (podcasts, artículos, etc.), en particular en los canales de las redes sociales (cuentas de personas e instituciones).
Según un estudio del Centro de Informática de la Salud de la Universidad de Illinois, en el mes de marzo unos 550 millones de tuits incluyeron los términos coronavirus, corona virus, covid19, COVID-19, covid_19 y pandemia.
Al inicio del periodo de confinamiento en Italia se registró un aumento exponencial del volumen de tuits, que alcanzó su punto máximo alrededor del día en que Estados Unidos declaró que la pandemia se había convertido en una emergencia nacional.
Del número total de tuits, 35% provenían de Estados Unidos, 7% del Reino Unido, 6% de Brasil, 5% de España y 4% de la India. La distribución por sexos fue casi igual, aunque los hombres tuitearon un poco más (55%). Con respecto a la edad, el 70% de todos los tuits fueron producidos por personas mayores de 35 años; le siguió el grupo niños y adolescentes (menores de 17 años), con un 20%. Las etiquetas relacionadas con la pandemia más utilizadas fueron #pandemia y #aplanarlacurva.
¿CÓMO ESTÁ HACIENDO FRENTE LA OMS A LA INFODEMIA DURANTE LA PANDEMIA DE COVID-19?
La Red de Información sobre Epidemias de la OMS (EPI-WIN) tiene por objeto dar a todos acceso a orientación e información que sean oportunas, correctas, fáciles de entender y procedentes de fuentes confiables sobre eventos de salud pública y brotes (actualmente sobre la emergencia de salud pública generada por el brote de COVID-19).
A principios de abril, la EPI-WIN celebró una consulta mundial en línea de dos días sobre cómo controlar la infodemia relacionada con la COVID-19. Se recopilaron las ideas de un grupo interdisciplinario de expertos y de 1.375 participantes. También se presentaron más de 500 ideas en un foro interactivo en línea.
La OMS está estableciendo asociaciones y colaboraciones para apoyar la respuesta frente a la infodemia mediante la elaboración de recursos mundiales para la comprobación de los hechos y la gestión de la desinformación, la medición y el análisis de la infodemia, la síntesis de los datos científicos, la traducción de los conocimientos, la comunicación de riesgos, la participación comunitaria y la amplificación de los mensajes.
El equipo de la OMS que está dando seguimiento a la infodemia está trabajando con ahínco para contrarrestar los rumores mediante la publicación de “información para desmentir mitos” a fin de abordar los rumores, así como sesiones en vivo de preguntas y respuestas con expertos en su sitio web y redes sociales, y a través de los medios de comunicación.
La OMS también está colaborando con las empresas de motores de búsqueda, redes sociales y digitales —Facebook, Google, Tencent, Baidu, Twitter, TikTok, Weibo, Pinterest, entre otras— para filtrar los mensajes falsos y promover información exacta de fuentes creíbles como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, y la propia OMS, entre otras.
A través de Instagram y YouTube, entre otras vías, la OMS está entablando contacto con personas influyentes, sobre todo de la Región de Asia y el Pacífico, para que difundan mensajes correctos entre sus seguidores.
El empleo de técnicas de seguimiento de las redes sociales y los medios de comunicación, y el análisis de percepciones, están ayudando a conocer los temas que surgen en línea, el significado de esas conversaciones y los factores emocionales que las impulsan.
La enfermedad por coronavirus (COVID-19) es la primera pandemia de la historia en la que se emplean a gran escala la tecnología y las redes sociales para ayudar a las personas a mantenerse seguras, informadas, productivas y conectadas. Al mismo tiempo, la tecnología de la que dependemos para mantenernos conectados e informados permite y amplifica una infodemia que sigue minando la respuesta mundial y comprometiendo las medidas para controlar la pandemia.
Una infodemia incluye intentos deliberados por difundir información errónea para socavar la respuesta de salud pública y promover otros intereses de determinados grupos o personas.
La información errónea y falsa puede perjudicar la salud física y mental de las personas, incrementar la estigmatización, amenazar los valiosos logros conseguidos en materia de salud y espolear el incumplimiento de las medidas de salud pública, lo que reduce su eficacia y pone en peligro la capacidad de los países de frenar la pandemia.