Roberto Partida Guerrero*
Corresponsal
Madrid.- la Cumbre Mundial del Clima celebra del 2 al 13 de diciembre la Conferencia de las Partes (COP25) en su vigésima quinta edición, en la ciudad de Madrid, España. La reunión originalmente planeada para desarrollarse en Santiago de Chile, cambió su sede ante la agitación social del país.
La primer Conferencia de las Partes (COP) realizada en Berlín en 1995, se dedica a evaluar el impacto humano en el cambio climático y la creación de medidas para confrontarlo.
En esta ocasión, una de las figuras centrales es Greta Thunberg, quien llegó a la ciudad española para participar en diversas actividades, entre ellas la manifestación programada para el viernes 6 de diciembre por las calles de Madrid.
Simultáneamente, vivimos un momento en el que conviven nombres como Donald Trump, Jair Bolsonaro y Vladimir Putin en la arena política –probablemente debemos a ellos la aparición de Thunberg–, conocidos, entre otras cosas, por sus desdeñosas posturas al movimiento global para frenar el cambio climático.
Sin embargo, suelen ser estas figuras las que se posicionan políticamente de forma más clara. Tal vez más que aquellos a favor de la causa y las movilizaciones. Disputando de manera contundente el sentido y creando un relato. Y vaya que hace eco.
Sin duda, todos estos grandes nombres suelen opacar las diversas condiciones que se viven en cada región. Por ello, miremos con mayor atención desde una condición local. Veamos a Jalisco.
El estado está siendo representado en el marco de la COP25 por el Gobernador Enrique Alfaro Ramírez, así como por funcionarias y funcionarios de la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial (SEMADET) y el Instituto de Planeación y Gestión del Desarrollo del Área Metropolitana de Guadalajara (IMEPLAN).
El asunto cobra relevancia, pero no desde discursos incendiarios y polémicos, como de los personajes mencionados. En este caso, la representación jalisciense se empaña, ya que las acciones implementadas y la pretensión de la actual administración, revela algo con su participación en la COP25.
Jalisco es uno de los estados mexicanos con mayor número de denuncias por daño ambiental, ocupando el segundo lugar, según datos de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA).
El caso emblemático lo encarna el río Santiago, calificado en 2016 como el afluente más contaminado del país por un grupo de trabajo de la ONU.
Las constantes alertas de contingencia atmosférica activadas por la SEMADET, son parte de la rutina de miles de personas. Un estado con municipios donde ya no basta consultar el pronóstico del clima para saber si llevar paraguas o no, sino para saber si puede mantenerse la ventana de casa abierta ante la mala calidad del aire.
Un sinfín de decisiones políticas, que si bien no pueden atribuirse completamente a la nueva administración estatal, han marcado un distanciamiento. Sin embargo, el Gobernador no ha estado precisamente por fuera de anteriores administraciones.
Un territorio azotado por todo tipo de alertas debe replantearse acciones y asumir responsabilidades que rebasen periodos de gobierno. Para ello, debe politizarse el tema y pasar de lo global en donde todo se pierde –incluidas las responsabilidades–, a condiciones locales.
Cierto, el asunto concierne como especie, como mundo si se quiere, aunque esa vía apela a una unidad transfronteriza que no existe y posiblemente nunca exista, al menos no en el pluriverso que construimos. Pero eso no implica generar presencia en las cumbres e irse de cañas por Madrid al salir del recinto.
En todo caso, la representación de Jalisco y México en la COP25, resulta ante todo simbólica, claro, como todas las demás representaciones, pero particularmente en el vacío de lo político en nuestro caso. La iniciativa que presenta Alfaro el 9 de diciembre “Tequila libre de deforestación”, no carece de importancia, pero ¿a quién se dirige ese compromiso? ¿De qué lado está el posicionamiento?
Compromisos que, tal vez pueda sospecharse, ignoran impactos ambientales concretos y las afectaciones a la salud de las personas jaliscienses. Un primer lugar en casos de dengue y la venta de la Villa Panamericana, no resultan tan atractivos para una COP, pero desvelan el impacto ambiental que interesa.
El posicionamiento político es importante, es probablemente el que toca al Gobernador de la segunda entidad con más denuncias ambientales. Las soluciones y su implementación habrán de venir de espacios más específicos y situados. De quien respira esos ríos y lagunas moribundas, por ejemplo.
Sencillo no es, eso es cierto, basta observar las posturas confrontadas sobre el papel humano en relación con el cambio climático y su representativo calentamiento en el día a día. Estas van desde la responsabilidad casi vanidosa de culpar al consumidor y el popote como artículo satánico, hasta el negacionismo religioso, que no ve alteración alguna del entorno con el paso de su existencia.
La ecología es el nuevo opio de las masas, dice Slavoj Žižek. En ello hay un tremendo potencial creador, pero también un inmenso riesgo, aun así debe articularse desde la política.