Al cumplirse el primer año del gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), los opositores al proyecto de la autonombrada Cuarta Transformación se convocaron a manifestarse en contra del gobernante del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
Si bien inicialmente parecía una convocatoria desde la sociedad civil, en la manifestación en la Ciudad de México, la más concurrida de las convocadas en varias ciudades del país, en la marcha anti-AMLO se distinguieron organizaciones cercanas a los partidos Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD) y sus dirigentes.
Sin que fuera su objetivo, la convocatoria de la oposición anti-AMLO terminó por convertirse en una radiografía política de esta oposición al gobierno de la 4T, así como la debilitada fuerza y convocatoria que tiene esta oposición.
Por un lado, las convocatorias estuvieron lejos de la asistencia masiva que esperaban. En la ciudad de México seguramente fueron más de los 8 mil manifestantes que reporto la secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, pero muy lejos los 100 mil asistentes que según reportó un ex diputado panista.
En Monterrey asistieron cerca de 2,500 manifestantes y unos mil asistentes a la convocatoria en la ciudad de León, Guanajuato, incluido el ex presidente Vicente Fox, uno de los más furibundos opositores a AMLO.
La escasa respuesta a esta manifestaciones anti-AMLO revela la extrema debilidad en la que se encuentra el PAN y más aun el casi extinto PRD.
Si ambos partidos fueron convocantes a estas manifestaciones, es de suponer que intentaron echar mano de toda su capacidad de convocatoria. Lo que se mostró es que esta es muy escasa y está debilitada.
Las manifestaciones anti-AMLO del pasado 1º de diciembre, desnudan también el discurso y la postura política de sus convocantes y participantes. Los reclamos más sentidos eran contra la inseguridad, más si se considera que en la Ciudad de México marcharon la familia LeBarón y acompañantes que, como se sabe, sufrió una agresión detestable hace tres semanas. La crítica en contra de la inseguridad es más que generalizada y por lo tanto no es lo que define la postura política de este sector opositor a AMLO.
Lo que parece definirlo es más bien un discurso conservador e ignorante que cree que el gobierno de López Obrador realmente está encaminando el país a una dictadura del proletariado. En la marcha de la Ciudad de México había lonas que decían “Fuera comunismo de México”.
Al mismo tiempo, había mantas que declaraban despedido a “AMLO por mentiroso” al tiempo que decían “no a la dictadura, sí a la democracia”, y proclamaban la vieja consigna cristera: “¡Viva Cristo Rey! ¡Viva México!”. Es una corriente conservadora que va en extinción porque quienes la abrazan son sectores apegados a la Iglesia, sus valores y modelos de vida, que están lejos de ser adoptadas en la mayoría de los jóvenes y la sociedad.
Otra composición de los asistentes a la marcha son los que ya se auto-nombran fifís, que son sectores de clase media y alta que tuvieron la desvergüenza de llevar a trabajadores domésticos para que les cargaran sus pancartas.
Es un sector acomodado, privilegiado, clasista, racista que cree que están en esa posición social solamente por sus méritos, sin considerar los privilegios, las ventajas que de por sí les ofrece una sociedad desigual y fundada en el antagonismo social. Son sectores que creen el ignorante postulado de que “los pobres son pobres porque quieren”, y que ellos tienen más riqueza y patrimonio solamente porque trabajan. Una foto de una manifestante con un listado de diez características de los fifís, con una gorra de marca de 8 mil pesos, pinta de cuerpo entero a este sector social y que se opone a AMLO justo porque cree que perderán sus privilegios. Y sus prejuicios como el racismo y la aporofobia.
En suma, asistieron a la marcha una clase política desacreditada y corrupta que pertenece a la partidocracia tradicional, sin proyecto político convincente, sin capacidad de convocatoria y sin capacidad de trabajo para articular una oposición que rete al gobierno de la 4T. El resto era una suma de conservadores, anticomunistas, y fifís acomodados que temen perder privilegios y creencias en decadencia. Toda esta variopinta y heterogénea composición de corrientes y sectores sociales no son ahora una oposición que preocupe a la 4T.
Pero más abajo, al margen de los fifís, conservadores, racistas y acomodados, se teje y manifiesta otra oposición que resiste un gobierno supuestamente progresista que prosigue con el extractivismo, con el despojo, la explotación y ahora una política de persecución a los migrantes, a pobres de otros países que están en México por necesidad. Esta es otra oposición de la que es pertinente hablar en otra entrega.