Hay una histeria masiva entre los defensores de la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) en el vaso lacustre de Texcoco. A quienes estaban por esta opción les parece un despropósito que se haya cancelado este megaproyecto a pesar de la abundante información que los pueblos que viven en la zona, y quienes los apoyaban, difundieron desde hace años sobre los impactos ambientales devastadores y perniciosos que la nueva terminal aérea ocasionaría en este lago.
Los defensores del NAICM en Texcoco se han puesto histéricos magnificando las consecuencias económicas, legales y políticas de la cancelación de ese megaproyecto en esa zona. Y culpan de esta decisión al presidente electo y su próximo gabinete Andrés Manuel López Obrador.
Los defensores del NAICM en Texcoco están histéricos e irritados por la decisión del próximo presidente, y cuestionan y descalifican la consulta popular realizada entre el 25 y 28 de octubre en todo el país. Creo que hay razones para criticar el procedimiento de consulta que se soportó en el partido de López Obrador, y la decisión política que tomó el próximo presidente.
Pero a todos estos rabiosos e histéricos no toman en cuenta que se llegó a esta consulta y determinación porque antes alguien decidió construir un nuevo aeropuerto en Texcoco sin haberse tomado la molestia de consultar a casi una veintena de pueblos que han habitado durante siglos la cuenta de ese lago.
ESTE ES EL ORIGEN DEL PROBLEMA Y DEL CONFLICTO POLÍTICO ACTUAL. NO UNA CONSULTA, CON TODAS LAS CRÍTICAS VÁLIDAS AL EJERCICIO, O SI LA DECISIÓN DE QUIEN VA A SER EL PRÓXIMO PRESIDENTE.
El origen del conflicto ahora en torno al NAICM en Texcoco se debe a una práctica reiterada y masiva del Estado mexicano, en concreto de sus mandos políticos y de los tecnócratas que diseñan megaproyectos, de decidir intervenir territorios y afectar pueblos y comunidades sin siquiera tomarlos en cuenta.
Es un modo de gobierno no sólo autoritario y vertical, sino extremadamente colonial y racista, pues se cree que desde los mandos políticos o técnicos del Estado, se puede decidir arbitrariamente que megaproyecto puede llevar “progreso y desarrollo” a ciertas regiones o pueblos del país sin siquiera preguntarles su parecer. Qué arrogancia colonial.
Recuérdese que al inicio del gobierno del panista Vicente Fox se intentó construir el NAICM muy cerca del actual, pero los pobladores de San Salvador Atenco lo impidieron en 2001 con su tenaz resistencia. Entonces el gobierno desistió unos años, hasta que el priista Enrique Peña Nieto replanteó el proyecto y lo arrancó en 2014. Pero sin consultar a los pueblos. Si hubiera consultado a los pueblos de la ribera del lago de Texcoco, tal vez habría conseguido la anuencia de esas localidades, o tal vez su rechazo, pero entonces no se habría iniciado una obra donde se han invertido más de 100,000 millones de pesos que ahora están en riesgo por la cancelación de este megaproyecto.
Ahora multipliquemos el caso de Texcoco por miles. Eso es realmente lo que ocurre en el país. El Estado mexicano (sean priistas, panistas o de cualquier otra filiación de la partidocracia) se acostumbraron a decidir grandes proyectos de infraestructura, sin tomar en cuenta el parecer o consultar a los pueblos y comunidades afectadas.
De este modo, a lo largo del siglo XX y lo que va del siglo actual, se han decidido proyectos carreteros, hidráulicos, turísticos, inmobiliarios, petroleros, gasíferos, mineros, y de toda índole, sin tomar en cuenta a las comunidades que son dueñas originales de esos pueblos.
Sin exagerar, se puede hablar de miles de magaproyectos decididos de manera autoritaria y vertical por los gobernantes, lo que ha creado miles de conflictos políticos por despojo, semejantes a los del NAICM en Texcoco.
Y el origen, en todos los casos, es que el Estado y las corporaciones privadas a quienes se concesionó territorios o sectores de la economía nacional, no consultaron o simularon consultar a los pueblos afectados.
De modo que se si hay una perfecta tormenta económica o graves trastornos económicos, puede que la consulta y la decisión sobre el NAICM en Texcoco tengan responsabilidad, pero el origen de esta situación debe buscarse en la falta de consulta y el desprecio a los pueblos guardianes de estos territorios.