Estados Unidos y México se acercaron a un consenso sobre cómo forjar un nuevo Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), aunque siguen existiendo importantes obstáculos. Durante cinco semanas de discusiones entre EE.UU. y México se han realizado progresos en temas que incluyen las reglas para automóviles, pero no hay un acuerdo más amplio sobre la remodelación del TLCAN.
Las conversaciones de la administración Trump con México son consideradas un importante precursor de un acuerdo final tripartita con Canadá sobre un TLCAN revisado. Previamente ya se ha informado Donald Trump estaba a punto de anunciar un “acuerdo de apretón de manos” con México. Así pues, cualquier acuerdo informal que se anuncie sobre temas bilaterales entre EE.UU. y México sería el mayor avance en las negociaciones que comenzaron hace un año. Sin embargo, ciertas demandas de EE.UU. que afectan a las tres naciones del TLCAN siguen sin resolverse y aún podrían ser factores decisivos para México y Canadá. Las principales demandas de EE.UU. que ni México ni Canadá han aceptado aún, incluyen la expiración automática del acuerdo después de cinco años, conocida como cláusula de extinción, o “Sunset”; normas de contratación pública; y métodos para resolver disputas de inversión. Canadá no tiene constancia de que se haya llegado a ningún acuerdo y considera que aún hay varios temas pendientes, y es que el país no ha estado involucrado en negociaciones frente a frente con México y EE.UU. durante semanas y tendrían que volver a unirse a las conversaciones o negociar modificaciones. Es casi seguro que los tres países requerirían la aprobación de sus legislaturas para un acuerdo renovado. El presidente de la Cámara de Representantes de EE.UU., Paul Ryan, quien no se postula a la reelección, ha dicho que venció el plazo para aprobar un acuerdo en este Congreso, una señal contundente de que cualquier votación de EE.UU. se trasladaría al 2019 debido a los plazos establecidos en la legislación comercial estadounidense. Sin embargo, cualquier acuerdo –incluso un acuerdo informal con solo dos de los tres países del pacto– es un hito para las conversaciones que han estado bajo constante amenaza de fracasar desde su inicio en agosto de 2017.
Trump ha amenazado reiteradamente con retirarse del pacto de más de un cuarto de siglo si no puede renegociar un acuerdo que reduzca el déficit comercial de EE.UU. y revierta el flujo de empleos fabriles estadounidenses a México. El equipo negociador de Trump ha ofrecido propuestas que han sido rechazadas por México y Canadá. Ha forzado a ajustar los requisitos de contenido regional para la producción de automóviles y tener un cierto porcentaje de automóviles fabricados por trabajadores mejor pagados. Grupos empresariales estadounidenses han instado a la Casa Blanca a actuar con prudencia, advirtiendo que la desaparición del TLCAN podría alterar las cadenas de suministro y poner en riesgo cientos de miles de puestos de trabajo. Los agricultores también han dicho que matar el acuerdo podría socavar las exportaciones, del mismo modo que una guerra comercial con China afecta sus ganancias.
Cuando, en 1991, se comenzó a coquetear con la idea de crear un frente comercial de América del Norte, entre México, Estados Unidos y Canadá, se hizo con la premisa de la formación de un bloque comercial regional que pudiera competir con otros bloques de otras regiones.
Hoy, 27 años después, el TLCAN, ese bloque comercial con el que se pretendía darle batalla comercial a otras regiones, parece vulnerable ante una discusión en que cada país parece pelear por lo suyo.
Sin embargo, la forma en que el TLCAN podría beneficiar a los tres países que lo integran sería si se retomara su misión primigenia, es decir como un bloque comercial regional y poder, así, competir con otros bloques.
Aunque la negociación formal del TLCAN comenzó el 1 de junio de 1991 fue hasta diciembre de 1992 que Salinas firmó el acuerdo comercial con George Bush (EU) y Brian Mulroney (Canadá), aunque con la llegada de Bill Clinton a la presidencia, el tratado trastabilló, pues Clinton tenía una oposición histórica al acuerdo, como el mismo Salinas recordó en 2017, casi tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.
Finalmente se pudo convencer a Clinton de los beneficios del TLCAN que hoy enfrenta nuevos cuestionamientos bajo la óptica de la administración Trump. Pero qué sigue para la región en un escenario en el que al gobierno mexicano no le importó mucho reducir las desigualdades, ni como integración del TLCAN ni para incentivar el desarrollo interno.
La próxima administración federal insistirá en el desarrollo de la zona sur del país en un escenario, en que prevalecerá la migración, pero documentada, y una integración de América del Norte más allá del Tratado de Libre Comercio para lograr una región más homogénea.
Estados Unidos ha suavizado su postura sobre la cláusula de extinción que forzaría a una renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte TLCAN cada cinco años. Ahora lo que se dice es que lo que quedó fuera “fue el plazo y la forma”. Así mismo ha trascendido que el «enfoque correcto» en el capítulo de energía del TLCAN ya se ha acordado sustancialmente.
Así, las conversaciones bilaterales entre México y Estados Unidos como parte de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte TLCAN se encuentran en las últimas horas. En recientes semanas, ambos países han mantenido conversaciones para resolver las diferencias en torno a la renegociación del TLCAN antes de reincorporar al diálogo a Canadá, tercer firmante del acuerdo.
Sin embargo, los desacuerdos sobre el capítulo energético, el contenido regional en autos, y una cláusula de extinción del pacto reclamada por el Gobierno estadounidense trabaron las conversaciones. Uno de los grandes escollos en las negociaciones bilaterales ha sido el tema de las reglas de origen de la industria automotriz, que Estados Unidos pretende endurecer, quitándole a México las ventajas obtenidas por los bajos salarios y el comercio libre de aranceles. Según reportes de prensa, el nuevo pacto aumentará el requisito de contenido regional en vehículos producidos en América del Norte, pasando del actual 62.5% al entorno del 70%. Además, se exigirá que 40% del valor provenga de zonas con salarios de unos 16 dólares la hora. Los vehículos ensamblados en plantas existentes que no cumplan con esto pagarán aranceles de 2.5%. Otro punto espinoso es la propuesta de Estados Unidos de que haya ventanas de estacionalidad en el comercio de productos agrícolas, algo que México ha considerado inaceptable.
Un tercer motivo de escozor tiene que ver con la alegada intención de Washington de incluir un nuevo capítulo sobre energía en el modernizado TLCAN, asunto que en un primer momento había sido rechazado por el equipo de López Obrador, que prevé reformas en ese sector muy sensible para los inversionistas, pero que ahora ya fue superado.
Lo relevante es que durante el fin de semana Donald Trump, realizó importantes declaraciones a través de la red social Twitter. En esta ocasión, alcanzó notoriedad debido al anticipo que hizo sobre un posible acuerdo comercial con México en medio de las negociaciones que se están desarrollando en Washington. De esta manera, renace la expectativa no solo por alcanzar un consenso para firmar el TLCAN, negociación a la que se sumaría Canadá, sino por mejorar las relaciones bilaterales entre nuestro país y el inmediato vecino del norte en materia económica.
El inquilino de la Casa Blanca afirmó ello en un tuit en el que destacaba lo siguiente: «Nuestra relación con México se está estrechando cada hora que pasa. [Hay] Alguna gente realmente buena tanto dentro del nuevo Gobierno como del viejo, y todos están trabajando estrechamente juntos… ¡Podría haber pronto un gran acuerdo comercial con México!».
El énfasis que hace en ‘pronto’ ha llamado también la atención de las autoridades mexicanas que han recibido este pronunciamiento con prudencia.
El mensaje de Trump llegó minutos antes de que el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, retomara sus conversaciones con la oficina del Representante de Comercio Exterior de EEUU, Robert Lighthizer, para lograr un acuerdo de principios entre ambas naciones, con la idea de que Canadá se sume luego a la negociación.
Y es que Estados Unidos y México decidieron seguir con su diálogo durante el fin de semana, después de una intensa semana de contactos destinada a ultimar un pacto sobre la renegociación de la mayoría de los puntos del TLCAN.
México quiere cerrar un acuerdo antes de que acabe agosto porque eso permitiría que Enrique Peña Nieto, pueda firmarlo antes de abandonar el poder, el próximo 1 de diciembre. En cuanto a Canadá, sus tensiones comerciales y políticas con Estados Unidos han aumentado en los últimos meses, y un alto funcionario estadounidense dijo esta semana que el Ejecutivo de Justin Trudeau «realmente tiene una decisión que tomar» sobre si quiere «volver a la mesa con un espíritu más constructivo». Pero Trump ha dejado claro que si no hay acuerdo con Canadá está dispuesto a reemplazar el actual TLCAN por pactos bilaterales. Sin embargo a ultimas horas, todo apunta a que Canadá regresará para incorporarse y también signar el acuerdo.
Al comienzo de las conversaciones de esta semana en Washington asistió también Jesús Seade, designado como jefe negociador del TLCAN por parte del equipo del próximo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien llegará al poder en diciembre. El viernes, Guajardo rechazó posibles diferencias entre las prioridades del actual Gobierno y el entrante de López Obrador, al recalcar que se está trabajando «como un equipo, un equipo llamado México, y tenemos que asegurarnos que todos estamos cómodos con este acuerdo».
La administración de Trump se ha concentrado en los autos manufacturados en México, pues su intención es que los puestos de trabajo que crea esta industria se trasladen desde nuestro país a Estados Unidos, quien ha propuesto requerimientos de contenido regional para la producción automotriz y un porcentaje de autos manufacturados por trabajadores altamente remunerados.
Total que las negociaciones y tratos entre autoridades mexicanas y estadounidenses van por buen camino y ya lograron volver a sumar a Canadá. Además, la Administración Trump ha visto con buenos ojos y saludado al presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, por lo que se hace más factible un acuerdo entre ambas naciones. Así que si nada nos sorprende, o le sale lo voluble y bipolar a Donald Trump, es cuestión de horas para que haya un acuerdo trilateral formal, que esperemos sea de beneficio para nuestro país.